La aviación militar tras el desastre del 31 de mayo de 1970

A las 12.25h del 31 de mayo del año 1970 un potente movimiento sísmico azotó, por 42 segundos, el territorio peruano causando ingentes daños materiales en las ciudades de Huaraz, Casma, Chimbote, las cuales quedaron prácticamente destruidas, generando a su vez una gran mortandad entre sus habitantes. Especialmente trágica fue la situación acaecida en el denominado “Callejón de Huaylas” donde, a consecuencia del violento sismo se desprendió gran cantidad de hielo de los glaciares el cual generó un acumulamiento de material aluvionico que, por su volúmen y fuerza, desembalsó, arrasando varios sectores del callejón y sepultando las localidades de Yungay, Caraz y Ranhairca generando el casi completo exterminio de sus habitantes.

Dpuglas C-47 de la Aviación Militar Boliviana descargando viveres destinados a los damnificados.

Dpuglas C-47 de la Aviación Militar Boliviana descargando viveres destinados a los damnificados.

El saldo mortal dejado por este fenómeno natural superó los 70,000 fallecidos mientras que al mismo tiempo generó una crisis humanitaria ya que la cifra de damnificados alcanzaba el millón de habitantes los cuales, dadas las críticas condiciones de la zona afectada, requerían apoyo inmediato por parte del estado al haberlo perdido todo. Afortunadamente, la ayuda no se hizo esperar y de todos los rincones del globo comenzó a arribar apoyo en la forma de víveres, medicinas y personal de socorro vía buques y aeronaves enviadas por distintas naciones hermanas como Alemania, Brasil, Cuba, los EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Guatemala, Holanda, México, Nicaragua, Paraguay, la entonces URSS, Uruguay y Venezuela. Notorio fue el caso de Cuba, la URSS y los EEUU, quienes dejaron de lado sus diferencias para apoyar en las labores de transporte de los muy necesitados abastecimientos.

Aeroanves estacionadas en el aeropuerto de Huaraz, parte del puente aéreo desplegado para  contener la crisis. (foto DIRIN)

Aeroanves estacionadas en el aeropuerto de Caraz, parte del puente aéreo desplegado para contener la crisis. Se identifica un DHC-4 Caribou de la Fuerza Aérea Canadiense (foto DIRIN)

En un despliegue sin precedentes las diversas unidades aéreas se movilizaron a fin de desplegar un puente aéreo desde Lima hacia las localidades afectadas, estableciendo Huaraz como centro de operaciones. Tripulaciones de los Caribous, DC-3/C-47s, Alouettes, Bell´s y otras aeronaves por entonces en servicio con los escuadrones de transporte de diversas fuerzas aéreas realizaron denodados esfuerzos llevando sus maquinas al límite con el objetivo de alcanzar a los damnificados y llevarles la ayuda que el mundo les enviaba.

Helicopteros de la FAP y Aviación del Ejército durante las operaciones en el Callejón de Huaylas. (foto IEHAP)

Helicopteros de la FAP durante las operaciones en el Callejón de Huaylas. (foto IEHAP)

El gran esfuerzo operacional lanzado por los distintos países tuvo, sin embargo, algunas pérdidas que lamentar. El día 10 de junio, en horas de la mañana, un Fokker F-27 de la aviación militar de Argentina, identificado con matricula T-45, despegó del aeropuerto internacional “Jorge Chávez” con rumbo a la zona del desastre con la misión de lanzar paracaídas conteniendo víveres, vestuario y medicamentos que llevaba a bordo. Sin embargo, poco después de las tres de la tarde la aeronave fue declarada en emergencia por lo que se dio inicio a las labores de búsqueda, reportando poco después un piloto FAP que había avistado los restos de la aeronave en las cercanías del Copa, a 200km al NE de Lima. A consecuencia del impacto fallecieron todos los tripulantes argentinos, así como un S.O. del Ejercito del Perú. Sobrevivieron con heridas los S.O. EP Ríos y Vera, mientras que el S.O. EP Juan Díaz Salazar salió milagrosamente ileso de los restos del aparato. Ese no fue el único incidente, ya que aquel mismo día aproximadamente a las once horas el Bell UH-1D matricula FAP 627 se precipitó a tierra en las cercanías del poblado de Yamor a causa de las pésimas condiciones atmosféricas imperantes en el área. El violento impacto de la aeronave con el terreno causo la muerte de los tripulantes, el Capt. FAP David Vásquez del Villar, Tco.2da.FAP Fidel Ángeles Cadillo, así como del médico civil Pedro Reyes Barboza.

Dos días después un problema mecánico causó la caida de un Chinook perteneciente a la USAF el cual se estrelló al fallarle una turbina, aparentemente a causa de contaminación de combustible, en las proximidades de la localidad de Cabana, afortunadamente sin víctimas que lamentar. Un CH-53D de la Infantería de Marina de USA basado en el USS Guam, anclado frente a la bahía de Chimbote, llegó a la zona a fin de proveer asistencia y rescate a la tripulación de la malograda aeronave*. No fueron tan afortunados los tripulantes del enorme cuatrimotor soviético de transporte Antonov 22A serial 02-07[1], que se estrelló en el océano Atlántico poco después de despegar de Keflavik, en Islandia, el 18 de julio. Esta aeronave transportaba al Perú uno de los cuatro helicópteros Mil-Mi 8T donados por la URSS con la finalidad de apoyar en las labores de abastecimiento de los damnificados por el sismo.

[1] Matrícula civil CCCP-09307.

*Agradecimientos a Edgardo Loret de Mola http://loretdemola.wordpress.com/

 

Acerca de Alasandinas
Amaru Tincopa es un historiador aeronáutico peruano miembro de número del Instituto de Estudios Histórico Aeroespaciales del Perú. Ha publicado 21 libros (propios y colaboraciones) así como numerosos artículos en diversas revistas especializadas en materia aeronáutica e historia militar.

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