“Toritos” del norte

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Poco antes de ser desplegados a su nueva base, los NA-50 recibieron las matriculas que los identificarían durante la mayor parte de su vida operativa. Con la finalidad de comprender el sistema de registro e identificación de aeronaves empleado por el Cuerpo Aeronáutico del Perú (CAP) entre junio de 1939 y mayo de 1942, debemos remitirnos a aquel utilizado por su contraparte italiana, la Regia Aeronáutica, que identificaba a sus aeronaves con numerales (tanto romanos como arábigos) pintados a cada lado de la aeronave de la siguiente manera: la unidad o grupo, la escuadrilla/sección y finalmente el número asignado a la de aeronave. De modo similar, el CAP identificó a los North American con las matriculas XXI-41-1, 41-2, 41-3, 41-4, 41-5, 41-6 y 41-7, correspondiendo los numerales“XXI” al Escuadrón/Grupo, ”41” a la Escuadrilla/Sección, mientras que el último dígito identificaba el número individual de aeronave. Finalmente, de acuerdo a las disposiciones destinadas al establecimiento de la “reserva aérea”, un NA-50 se mantuvo en la base aérea Las Palmas, en Lima.

Una vez arribadas las seis aeronaves a las instalaciones del 1er Grupo Aéreo, los pilotos de la 41 Escuadrilla dieron inicio a un intenso ciclo de entrenamiento destinado a lograr una eficaz adaptación del nuevo sistema de armas (SdA), así como el desarrollar tácticas para su mejor empleo. Durante este periodo las tripulaciones de la escuadrilla empezaron a apreciar el favorable comportamiento de la aeronave tanto en tierra como en el aire, así como su solidez. Fue así que –tal vez inspiradas quizás por la recia apariencia de la aeronave- estas dieron al NA-50 el apelativo de Torito. Este proceso de adaptación, sin embargo, no estuvo exento de problemas, siendo que las condiciones operativas requeridas por el nuevo SdA eran definitivamente mucho más exigentes que aquellas presentadas por cualquier otra aeronave previamente operada por el CAP. Este hecho trajo como consecuencia la inevitable llegada de algunos accidentes. El más grave de ellos tuvo lugar el 17 de agosto de 1939, cuando el Alférez José Sánchez Navarrete, integrante de la Promoción “Comandante CAP José L. Ragúz”, perdió el control del NA-50 matricula XXI-41-7 que piloteaba, precipitándose al mar y falleciendo en el impacto. Otro incidente digno de mención -aunque de menor gravedad y sin importar lesión alguna para el piloto, tuvo lugar en octubre de 1939, cuando el NA-50 pilotado por el Teniente Fernando Parraud e identificado con matricula XXI-41-2, capotó tras realizar un aterrizaje de emergencia en un terreno a las afueras de su base en Chiclayo, debido a una falla de motor. Por fortuna el piloto fue protegido por la jaula antivuelco, sosteniendo únicamente la aeronave daños en su cabina y empenaje. Este incidente evidenció lo resistente de la estructura de la aeronave, la cual fue reparada y devuelta a operaciones apenas días después de su accidente, gracias al eficiente trabajo del personal de la base de Chiclayo.

Entrenamiento y afectación al Teatro de Operaciones del Norte

Durante la segunda mitad del año 1940, unidades de las distintas ramas de las fuerzas armadas peruanas se vieron involucradas en la realización de juegos de guerra, destinados a incrementar el nivel de operatividad y respuesta de las mismas dada la coyuntura mundial. Evidentemente, la aviación -como punta de lanza de la guerra moderna- estuvo presente, siendo que el CAP tomó parte en dichos ejercicios aportando unidades de caza, observación y bombardeo. Así, el XXI Escuadrón de Caza, con su complemento mixto de monoplanos NA-50 y biplanos Ca.114, fue uno de los mas activos participantes, realizando misiones de escolta y patrullaje en beneficio de unidades aéreas y de superficie, así como la interceptación de unidades «enemigas» que amenazaban a los elementos terrestres y navales bajo su cuidado.

Las capacidades de las FF.AA. peruanas serian puestas a prueba a mediados del año siguiente, al romperse las hostilidades entre el Perú y su vecino del norte, Ecuador, debido a las constantes acciones de provocación emprendidas por fuerzas de este país. Previamente, como parte de las acciones emprendidas para asegurar la soberanía del territorio, el gobierno peruano dispuso la creación de dos agrupamientos de fuerzas militares ad hoc -denominados Teatro de Operaciones del Norte (TON) y el Teatro de Operaciones Nor Oriente (TONO)- los mismos que contaban con elementos del ejército, marina y aviación con la finalidad de que pudiesen cumplir con sus funciones cabalmente.
Es menester indicar que el Ecuador, al menos desde el aire, no presentaba una real amenaza a las fuerzas peruanas. Mal equipada, sin suficientes fondos, logística ni un plan adecuado de instrucción, su Cuerpo de Aviación de Ecuador (CAE) era un mero saludo a la bandera. Sus fuerza consistía de tres -de un total de cinco – Curtiss Wright CW-19R, monoplanos metálicos de dos plazas, mediocres incluso para estándares latinoamericanos. Los complementaban dos -de al menos cinco supervivientes- biplanos de observación y ataque ligero IMAM Ro.37Bis,  los cuales se encontraban -hasta inicios de julio- inoperativos en espera de repuestos. Ambos modelos estaban en la capacidad de ser armados con ametralladoras frontales y defensivas, así como portar bombas. A estos se sumaban poco más de media docena de Curtiss CW-14R y CW-16E, biplanos de entrenamiento con poca -si alguna- capacidad de bélica, mas allá de las de enlace y reconocimiento-, y par de transportes confiscados a la SEDTA (Sociedad Ecuatoriano-Alemana de Transportes Aéreos), operadora de la Deutsche Lufthansa A.G. en Ecuador. Mientras tanto, las fuerzas peruanas mostraban una sustancial diferencia tanto cualitativa como cualitativa de medios disponibles, gracias en gran medida a las política de rearme del ex presidente Oscar Raimundo Benavides. En lo que respecta a la aviación, no solo tenía el CAP un adecuado número de aeronaves, sino también un efectivo sistema de soporte logístico y de instrucción. La diferencia se acentuaba al realizar la contabilización de unidades desplegadas como parte del TON para conjurar la–sobredimensionada- amenaza ecuatoriana. Tan solo el 1er. Grupo Aéreo (basado en Chiclayo), disponía de los siguientes unidades y medios:
• XI Escuadrón de Bombardeo, compuesto por las 11, 12 (equipada cada una con cinco Ca.310 Libeccio) y la 13 Escuadrilla (equipada con cinco Ca.135Perù).
• XXI Escuadrón de Caza, integrado por la 41 Escuadrilla (equipada con cinco NA.50) y las 42º y 43º Escuadrillas (equipadas con cinco Ca.114 cada una).
• 105 Escuadrón de Transporte (equipado con tres Ca.111Asso).

Adicionalmente, en diversas bases en el país otras unidades se encontraban en compás de espera, aguardando la orden de movilización hacia la zona en conflicto. Estas eran:
• XXXI Escuadrón de Información y Ataque, integrado por las 91, 92 y 93 Escuadrillas, con tres Douglas Model 8A-3P cada una.
• XXXII Escuadrón de Información Marítima, integrado por las 81, 82 y 83 Escuadrillas, con una mezcla de hidroaviones Curtiss model 37F Cyclone Falcon y Vought V-80PCorsair, totalizando nueve aeronaves.
• 72 Escuadrilla de Observación Terrestre, equipada con cinco Fairey Fox IV.
Como vemos, la capacidad de la AME respecto a su contraparte peruana distaba mucho de considerarse adecuada. Sin embargo, esta evidente superioridad material, no implicaba que -en caso de conflicto- el CAP se impondría fácil y rápidamente, pues, como veremos más adelante, el efectivo empleo de una fuerza depende de un adecuado conocimiento estratégico sobre su uso.

Continuará…

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